God Save The Queen

LONDON

Retrocedemos a 2006, concretamente del 3 al 7 de febrero. Dejando a un lado las competiciones de natación en Andorra, era mi primer viaje al extranjero. Se trataba de un viaje organizado de la asignatura de Historia de la Música, entre mi instituto y los de El Portillo y Pedro de Luna.  Del mío fuimos tres chicas.

Además de la visita general a la ciudad de Londres (principales barrios y monumentos y zonas comerciales), teníamos entradas para la ópera (Las bodas de Fígaro) en el majestuoso Covent Garden, y los ballets El pájaro de fuego (impresionante, mi favorito tras El lago de los cisnes) y Preludio a la siesta de un fauno, y un backstage tour por el Covent Garden. Vimos también el British (ni la mitad, es inmenso), el Museo del Royal College of Music y la casa de Haendel.

Bueno, antes de empezar con la crónica del viaje, advertir que no va a ser tan fiel y detallada como en el caso de viajes posteriores. Han pasado muchos años y no me anotaba las cosas como ahora. Además, no lo organicé yo, sino los profes, así que…

VIERNES 3 FEBRERO.

Vuelo Zaragoza-Londres (Stansted). Ryanair. 13.15 horas (llegada 14.20).

 

Llegada al albergue y check-in.

 

Alojamiento:

Albergue Hampstead Heath YHA

4 Wllgarth Road

Golders Green

London

 

 

 

 Visita al British y a la Tate Modern.       

Cena en Afghan Kitchen.

 

 Una de las mejores anécdotas del viaje ocurrió en el metro. No recuerdo el día ni el momento, pero… hora punta, eso seguro. Porque había mogollón de gente. En esto que subimos todos rápidamente (veníamos de otra línea), se cierran las puertas… y vemos a uno plantado de pie delante de la puerta del vagón (fuera, en el andén, por supuesto), que se nos queda mirando, levanta la mano y se despide a cámara lenta, en plan, pues nada, aquí me quedo.

Ala, bajamos todos en la siguiente estación, esperando a ver si llega. alguno se va con alguno de los profes a coger la misma línea a la inversa para irlo a buscar, no hay manera de dar con él, no hay cobertura… Algunas subimos un poco hacia la salida (sin terminar de salir para que no se nos finiquite el billete) para ver si podemos llamarlo… Que nada, que no hay manera… Los profesores hablando con un empleado del metro, que se pone en contacto con otro de la estación donde se nos había quedado el chico… Y siempre recordaré como le decían que si veía por ahí y tal a un «spanish confused boy», ése era el nuestro.

Total, que en plena vorágine, nuestro náufrago aparece por el túnel del otro anden y se planta ante nosotros. «¿Pero cómo has llegado hasta aquí? ¿Cómo sabías qué tren coger?», «Ah, no sé, me he subido al primero que ha pasado». Ah, vale, genial. Podrías haber aparecido en la otra punta de Londres, chaval…

Aquello fue un show. Igual que nuestro amago laberíntico en el Covent Garden…

 

 

SÁBADO 4 FEBRERO

8’30 h. Westminster: Big Ben y Houses of Parliament, abadía de Westminster, 10 Downing Street, bordear St. James Park y llegar al Palacio de Buckingham.

No entramos en Westminster porque era muy caro. Desde luego, si vuelvo a Londres, no lo dejaré en pendiente. Hay que aprovechar al máximo y ver todo lo posible, que nunca sabes si vas a volver. Y la vida son dos días, así que… Error de novata en esto de viajar, está claro.

     

 

 

 

 

 

 

 

 

12’30. Ópera. Comida: bocadillo en los intermedios.

Visita a la HAendel House Museum y vuelta al Covent Garden.

19 h. Ballet.

 

 

 

Regreso al albergue. Cena allí con lo que llevábamos preparado de casa.

 

 

DOMINGO 5 FEBRERO

10’30. Horniman Museum (instrumentos musicales). 

Comida por Camdem Market.

 

 

    16’30. Museo de Ciencias Naturales.     

Visita a Trafalgar Square.

Cena en Wagamama Soho.

 

 

 

LUNES 6 FEBRERO

Tower Bridge, Tower of London, City y St. Paul’s.

 

 

Backstage Tour Covent Garden.

la visita la hicimos en dos grupos y, mientras uno estaba dentro, el otro iba viendo los alrededores y tal. Lo mejor fue cuando nosotros acabamos metiéndonos por unos pasillos de dios sabe dónde, y luego atravesamos una puerta… que se cerró y solo se podía abrir del otro lado. Venga a dar vueltas, escaleras arriba, escaleras abajo, pasillo pallí, pasillo pallá… y no había manera de encontrar una salida. Llamando al medio grupo que se había quedado por otra parte del teatro para que nos abrieran… Al final salimos porque, por una de esas casualidades de la vida, uno de los del teatro pasaba por allí y nos abrió. Odiseas para recordar vamos…

Oxford Street y tiempo libre para compras.

En Harrods yo me compré tres ositos de peluche suuuuuper suaveeeees (es que era lo único un poco… adsequible al bolsillo, porque era todo caro de cojones, eso sí, había un ajedrez de cristal… guapísima!!! pero anda que no tenía ceros!!)

Obviamente, pasamos por el Ritz, escenario de la mítica Notting Hill. Hotel de lujazo… y de esa limusina todo terreno salió el Señor Burns de carne y hueso. Lo juro, era igualito, solo le faltaba tener la piel amarilla!!

 

 

 

 

 

Cena en el albergue, preparar el equipaje.

MARTES 7 FEBRERO.

Vuelo Stansted-Zaragoza. 7’45 h. (llegada a Zaragoza a las 12’50).

Desayuno preparado y empaquetado desde el albergue.

Aquí fue donde se armó. Bueno, para ser exactos, se armó en el control de seguridad de Stansted. Por aquel entonces, no eran tan estrictos ni con las medidas de seguridad ni con las de equipaje, fuera Ryanair o cualquier otra Low Cost. De hecho, yo llevaba mi maleta (facturada), mi mochila de mano y un bolson enorme lleno de regalos y recuerdos que había comprado. Subió todo a bordo… salvo medio escudo inglés!!

Le compré un escudo de Inglaterra a mi abuela para que se lo colgara en el salón. Y no sé qué me dio la noche de antes que estuve a punto de meterlo en la maleta (la facturada), pero dije, no no, mejor en la bolsa con todo lo demás, así lo llevo todo junto. Cagada!!

Porque pasamos las cosas por la cinta del control… y una inglesa… de estas grandes e imponentes con cara de mala leche coge la bolsa y me dice que me acerque… No sé qué me dio que en ese momento pensé: «el escudo!». Justo. Lo saca de su cajita coge las espaditas del escudo con ambas manos y las desenvaina y se me queda mirando con ellas levantadas (quién iba a pensar que no estaban pegadas??). Total, que la tiarrona me empieza a preguntar que cuantos años tengo, que patatín patatán… y yo, llamad al profe!! llamad al profe!!

Bueno, pues intentamos facturar la mochila que llevaba yo, para meter el escudo dentro, pero no hubo manera. Al final, las espadas se quedaron allí, y mi abuela se quedó con el escudo a medias.